lunes, 19 de octubre de 2015

EL PAISAJE COMO SEÑA DE IDENTIDAD DE ANDALUCÍA


Rafael Flores Domínguez- Rondeño con vocación de serrano

A muchos de vosotros (“ustedes”, expresaríamos en andaluz) os resultará intrascendente el que aquí se afirme con rotundidad, firmeza y hasta con coraje, que una sociedad sin respeto, admiración y defensa a ultranza del paisaje que le acoge está avocada, sin más remisión, a la indolencia, a la mediocridad, a la decadencia y al ostracismo como entidad vital. Pero vayamos por parte; a que llamamos “paisaje”. Según la RAE (Real Academia Española): “es la extensión de terreno que se ve desde un sitio” y, por lo tanto, del conjunto de elementos divisables en dicho plano. En base a esa definición, los expertos nos hablan de cuatro tipos: paisajes naturales, paisajes rurales, paisajes urbanos y paisajes culturales. No es nuestra intención hacer una descripción de cada uno de ellos, ya que los propios enunciados desvelan, más o menos, a que nos referimos. De manera genérica, en este artículo de opinión personal, cada cita al paisaje lo hará en el más amplio y estricto sentido generalista de su consideración.

Quejigos de montaña en el Parque Natural Sierra de las Nieves

De todos es sabido que las administraciones a nivel mundial, europeo, estatal y nacional (de Andalucía), han mostrado un cierto interés en el concepto paisaje, ya sea ante el refrendo de convenios y compromisos o en la elaboración de leyes reguladoras y proteccionistas. Por citar algunas, allá por los años 90 del pasado siglo se firma en Florencia el Convenio Europeo del Paisaje, un documento elaborado en el seno del Consejo de Europa cuyo propósito es auspiciar políticas tendentes a proteger, planificar y gestionar los paisajes europeos de cara a su conservación y mejora.
El Instituto del Patrimonio Cultural, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, en su Plan Nacional define al Paisaje Cultural como “el resultado de la interacción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y soporte de la identidad de una comunidad". El Estatuto de Autonomía de Andalucía, en su artículo 10.3 establece como objetivo básico “la mejora de la calidad de vida de los andaluces y andaluzas mediante la protección de la naturaleza y del medio ambiente, la adecuada gestión del agua y la solidaridad interterritorial en su uso y distribución, junto con el desarrollo de los equipamientos sociales, educativos, culturales y sanitarios, así como la dotación de infraestructuras modernas”. A su vez, el artículo 28.2 del mismo texto “garantiza el derecho a vivir en un medio ambiente equilibrado, sostenible y saludable mediante una adecuada protección de la diversidad biológica y los procesos ecológicos, el patrimonio natural, el paisaje, el agua, el aire y los recursos naturales”. El Estatuto andaluz, en el artículo 195 sobre conservación de la biodiversidad, también dice: “los poderes públicos orientarán sus políticas a la protección del medio ambiente, la conservación de la biodiversidad, así como de la riqueza y variedad paisajística de Andalucía, para el disfrute de todos los andaluces y andaluzas, y su legado a las generaciones venideras”. Además, aprueba leyes como  la7/2010, de 14 de julio, de la Dehesa de Andalucía, y la 9/2010, de 30 de julio, de Aguas de Andalucía. Para que valdrá tanto legajo, dirán algunos, teniendo como precedente el polémico caso del proyecto urbanístico Merinos Norte, donde en una de las mejores dehesas de la Serranía de Ronda, incluida en la Reserva Mundial de la Biosfera Sierra de las Nieves, se han cortado miles de encinas, abierto viales y puesto en peligro los recursos hídricos de toda la zona de influencia.

Bosque de niebla en el Llano del Juncal (Parque Natural Los Alcornocales)

Tampoco aporta mucha garantía para la protección del paisaje el POTA (Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía), que según palabras transcritas de la web de la Consejería de Medio Ambiente: “es un instrumento de planificación y ordenación integral que establece los elementos básicos para la organización y estructura del territorio andaluz. Además, es el marco de referencia territorial para los planes de ámbito subregional y para las actuaciones que influyan en la ordenación del territorio, así como para la acción pública en general” y entre cuyo objetivos leemos: “contribuir a un desarrollo territorial sostenible, cohesionado y competitivo de Andalucía. En este sentido, el ejemplo más claro del compromiso del POTA con el desarrollo sostenible es su apuesta por un modelo de ciudad compacta, funcional y económicamente diversificada. Este modelo significa generar proximidad y una movilidad asegurada por altos niveles de dotaciones de infraestructuras, equipamientos y servicios de transportes públicos, vincular el crecimiento urbanístico a la disponibilidad y suficiencia de los recursos hídricos y energéticos, y adecuar el ritmo de este crecimiento a la efectiva implantación de las dotaciones y equipamientos básicos, los sistemas generales de espacios libres y el transporte público”. Bonitas palabras, elogiables apuestas, pero la realidad y el compromiso no va más allá de meras intenciones.
En el Atlas de Andalucía, elaborado en 2005 por la Consejería de Medio Ambiente, se expresa de manera meridiana, a través de una zonificación del espacio geográfico, un mapa de paisajes que contempla 32 demarcaciones y 422 tipos de unidades paisajísticas, lo que viene a refrendar la notoriedad de Andalucía en el contexto europeo.
En el seno del paisaje andaluz, tanto el patrimonio agrosilvopastoril, como las vías pecuarias y caminos municipales, además de ser bienes públicos y depositarios del devenir histórico de nuestra tierra, son, muy a menudo y para desgracia nuestra, ultrajados, vallados o cortados ante la inacción de las administraciones y, lo peor de todo, ante el manifiesto pasotismo de un amplio sector de la ciudadanía, que le preocupa más los tatuajes de Messi, lo que ha comido la Pantoja en prisión o donde pasará las vacaciones el sinvergüenza de Jordi Pujol. Fíjense ustedes y vean lo sintomático que resulta comprobar que en el amplio listado de especuladores y políticos corruptos, muchos sean considerados héroes y salvadores de la patria; eso sí, forrándose a consta de todos y engrosando sus cuentas bancarias. De nada sirve y, mucho menos les preocupa a estos granujas, los sometimientos a juicios públicos de gran repercusión mediática si después, algunas desvergonzadas televisiones, carentes de ética y moral, llegan a pagar cifras millonarias para que nos cuenten su cuitas.  Por supuesto, mucho más que ellos, uno siente vergüenza ajena contemplando como el escarnio siempre es insuficiente y, como tras un corto periodo en la cárcel, salen de rositas para seguir viviendo tan panchos, mientras miles de andaluces sufren lo indecible para salir adelante o son desahuciados como si no les asistiera el derecho a tener un “techo” digno donde cobijarse. La imagen en televisión de los vitoreos y manifestaciones de cariño a estos ladrones y míseros chorizos delatan el punto de degradación de una parte de la sociedad, a la que parece importarles más esas cuestiones banales, que enfatizar en el aprecio y puesta en valor de nuestras señas de identidad: en este caso, el paisaje. Así nos va.

Flysh en la costa gaditana

No podemos olvidar, por mucho que nos pese, los años gloriosos del pelotazo, los tiempos de la vorágine especulativa y destructiva del paisaje, sobre todo en las costas andaluzas, cuando se cimentaba a base de tramas urbanísticas y de corruptela a nivel institucional, la grave crisis económica que hoy padecemos y que los ecologistas, esos seres raros, mal vestidos, encabronados en contra del progreso y el desarrollo, ya atisbaron, y cuyo negro panorama, los ciudadanos de a pie, ahora sufrimos. Llevaban más razón que un santo cuando predijeron la situación de emergencia social que hoy soportamos. Desgraciadamente, en su momento, nadie les echó cuenta, sobre todo la administración, más pendiente de los pingues beneficios por aprovechamientos urbanísticos que en impedir la destrucción del paisaje. Con cuanta fruición se espetaba por parte de los listos de turno la frase: “esos son tres o cuatro chalaos que no tienen otra cosa que hacer”. Esos tres o cuatro pueden tener la conciencia tranquila, circunstancia que no podrán esgrimir cientos de especuladores acusados, imputados, pendientes de juicio, en la cárcel o en paradero desconocido. Aprendamos la lección.
Aunque el panorama es ciertamente opaco, ilusiona ver algunos rayitos de esperanza. La irrupción de nuevas fuerzas políticas ha condicionado, en muchos casos, las políticas de los nuevos gobiernos autonómicos y municipales, acostumbrados como es sabido al mangoneo y a la interposición de los intereses partidistas por encima de los generales. Igualmente, frente a los desmanes de los poderes financieros y políticos, los ciudadanos de a pie cada vez se organizan mejor en colectivos que luchan por un nuevo orden y allanan el camino hacia la restitución de la moralidad y la solidaridad como principales ejes de la convivencia. Aún falta el salto cuantitativo; el de una sociedad aún demasiado acomodada en la complacencia. En tanto eso pasa, a la lucha por la defensa del paisaje andaluz se suman colectivos como las sociedades patrimonialistas, antes ceñidas al ámbito urbano y actualmente con sus reivindicaciones orientadas también a la conservación del acervo natural, rural y cultural.
Realmente, resulta llamativa la labor de ilustración que, a veces, sin saberlo, realizan los clubes senderistas en pro de la preservación del paisaje. Gracias al uso de Internet, el gran público tiene acceso directo a lo que más toca a la sensibilidad del ser humano: la imagen. La propagación de los incuestionables valores estéticos de Andalucía a través de las fotografías expuestas en blogs, páginas webs y en las diferentes redes sociales tienen un impacto muy positivo en la percepción del paisaje como un bien a proteger y como signo identitario del ciudadano con su territorio. Cuantas veces, tras la publicación de una foto de tinte paisajístico en Facebook, Twitter, Instagram, Google +… leemos comentarios de asombro y admiración por descubrir un lugar paradisiaco de nuestro entorno más cercano
Resultan tan abrumadoras las peculiaridades del paisaje de Andalucía con respecto a otras nacionalidades y regiones de Europa, que no se entiende la falta de apego de nuestros conciudadanos a tan preciado bien. Más que preocupante es el caso de que muchos andaluces valoren más y mejor otros territorios antes que el nuestro, lo que demuestra un gran desconocimiento y cierto complejo de inferioridad del que aún no nos hemos despojado y que impide que esta tierra prospere al nivel de las más avanzadas. Al menos, como signo inequívoco de la importancia del paisaje como seña de identidad, subsisten las innumerables crónicas de aquellos viajeros románticos, centroeuropeos y americanos principalmente, que entre los siglos XVIII y XIX hallaron en tierras andaluzas tema de cultivo para satisfacer la avidez de lectura en la Europa preindustrial, con el paisaje y el paisanaje andaluz como epicentro de las narraciones.
El paisaje, entendido como un recurso imperecedero y variado, representa una gran oportunidad de futuro, un revulsivo en que sustentar el despegue económico; podría ser la fórmula que Andalucía necesita para despojarse de las cadenas que la atan a la pobreza, al paro, al subdesarrollo y a la sumisión. No creo a los que malintencionadamente aseveran que los andaluces carecemos de conciencia como pueblo. Por el contrario, si creo que, por motivos que ahora no vienen al caso, ciertos poderes se han encargado de dormitar adrede el interés de los andaluces ante cualquier atisbo que desvele la razón de un país que, en palabras de Pedro Ruiz-Berdejo Gutiérrez: “es una nación con sujeto, verbo y predicado”.

Las cumbres más altas de la Península se hallan en Andalucía (Parque Nacional de Sierra Nevada)

El día que salvaguardemos nuestra historia, que no es precisamente la que les cuentan a nuestros hijos en los colegios; el día que posicionemos nuestra cultura, no la de “pitos y flautas”, entre las prioridades del conocimiento;  el día que defendamos con uñas y dientes nuestros productos y manufacturas; el día que dignifiquemos nuestra lengua, esa de la que se mofan ciertos políticos de pacotilla y series televisivas… ese día, sin duda, Andalucía obtendrá el respeto y recuperará el orgullo perdidos. El día que demostremos el mismo ahínco y pongamos el mismo énfasis en todas esas cuestiones relacionadas anteriormente, tal como lo hacemos en la celebración de romerías, ferias y fiestas, ese día, no me cabe duda alguna, dejaremos de ser una Andalucía subsidiada, dependiente, menospreciada y sin rumbo. No es un hecho aleatorio que las Comunidades del Estado español más prosperas sean aquellas que defienden sin ningún tipo de recelos sus paisajes, ya sean naturales, rurales, urbanos o culturales… que las más desarrolladas sean aquellas que se muestran más reivindicativas y defensoras de su patrimonio material e inmaterial.
Como apunte positivo, que de ello también lo hay,  resaltaré que gracias a la dilatada historia de Andalucía, auténtico crisol de culturas desde los más tempranos períodos de la humanidad, y a un paisaje singular sometido a distintos parámetros geográficos y antrópicos, podemos desvelar que, con el paso de los tiempos, se ha forjado un “paisaje humano” igualmente particular, digno de pormenorizados estudios antropológicos que desvelarían entre otras peculiaridades, el sentido universal de los andaluces y de lo andaluz, una característica propia o un don, como quieran verlo, que deja entrever a un pueblo sumamente solidario e integrador.
El paisaje: “extensión de terreno que se ve desde un sitio”, más allá de esa mera acepción viene a vislumbrar las huellas indelebles de nuestro pasado. Es la crónica del devenir de las actividades humanas que nos definen como pueblo. Es  la radiografía de la historia de nuestras vidas. Esclarece preguntas transcendentales como: de dónde venimos y hacia dónde vamos. Los hombres y mujeres del Sur somos el espejo de nuestro paisaje.  Si profanamos o destruimos el paisaje, si  lo agraviamos o explotamos de manera irracional, se desvanecerán nuestras raíces en el pozo de los olvidos, desgarraremos los lazos que nos unen a la tierra que nos dio vida y nos diluiremos como pueblo en la vorágine global.
Cascada del Moro (Parque Natural Sierra Norte de Sevilla)

¡Andalucía! La de la blanca y verde, inspirada en colores que evocan el paisaje andaluz, ¿Cuándo vas a despertar?

martes, 13 de agosto de 2013

UN LARGO CAMINO HACIA LA PROTECCIÓN DE LOS PINSAPARES RONDEÑOS




Una de las primeras citas sobre los pinsapares del sector rondeño la hallamos en las Ordenanzas Municipales del año 1508, donde se expresa la prohibición de cortar pino rollizo, ni rama, y que no sea para aserrar… Se ha de saber que tanto por transcripción oral como por viejos escritos hemos constatado que en la Serranía, a nuestro pinsapo, se le denominaba como pino o conipino; así lo oí nombrar en la zona de Lifa, paraje cercano a Ronda, cubierto antaño por el abeto andaluz.

En el apogeo del imperialismo español, el rey Felipe II, con la idea de destronar a Isabel I de Inglaterra, diseña la Empresa de Inglaterra de 1588, más conocida como Armada Invencible. Para tal fin, el monarca refuerza la escuadra real con la construcción de numerosos galeones, adquiriendo 98 docenas de tablas de pinsapo destinadas a las divisiones de los compartimentos de algunos de los 127 buques de guerra.

Remontándonos a mediados del siglo XVIII, un periodo ciertamente convulso en el Reino, el marqués de la Ensenada, Secretario de Guerra en el periodo del soberano Fernando VI, envía a los visitadores de Montes para llevar a cabo un inventario de los árboles existentes en los baldíos, dehesas reales y montes de los pueblos adscritos a la Marina, entre los que se encuentra el Monte Pinsapar de la Sierra de las Nieves, de Propios de Ronda por aquellos entonces. Curiosamente, no tenemos los datos registrados en la finca rondeña; aunque si sabemos que en la Serranía de Villaluenga se contabilizan 1.195 pinsapos y en Sierra Bermeja unos 3.000 ejemplares; árboles, en parte, llamados a satisfacer las imperiosas necesidades de la Marina de Guerra Española.

Años más tarde, en 1775, Guillermo Bowles, un naturalista irlandés contratado por Carlos III, realiza un inventario de las riquezas naturales del reino, con especial atención a las geológicas, por aquello del creciente interés estatal en las explotaciones mineras; si bien, igualmente señala, aunque de pasada, la presencia de abetes (escribía en francés) o pinsapos en Sierra Bermeja.

Muy jugosas son las narraciones de Simón de Rojas Clemente y Rubio, botánico valenciano apodado el sabio moro por vestir con atuendos orientales, quien durante 1804 y 1809 realiza un viaje por Andalucía, visitando Ronda y la Serranía entre agosto y octubre de este último año. A Rojas debemos la descripción del pinsapo como nueva especie, aunque el gran botánico suizo Edmond Boissier, bautizado como el padre de la botánica andaluza, publicará la obra Voyage botanique dans le Midi de l`Espagne pendant l`année 1837, dando a conocer a las instituciones científicas el descubrimiento del pinsapo con el nombre de Abies pinsapo Boiss. Otros botánicos, atraídos por los escritos de estos dos magníficos conocedores de la flora andaluza, visitan nuestra comarca; es el caso de Moritz Willkomm, quien en 1882 recorre la Serranía y contrasta la evolución del pinsapar, que unos años después de las observaciones de Boissier, ya muestra un importante retroceso. En su libro, Las Sierras de Granada, dice textualmente: Desgraciadamente, los bosques de pinsapo disminuyen cada vez más y quién sabe si aquéllos que atrevesé hace 37 años aún existirán. Ya por aquel entonces los entendidos criticaban y reprendían contra los bosques explotándolos sin previsión alguna, sin hacer lo más mínimo para su rejuvenecimiento, dejando todo a cargo de la naturaleza.

A pesar de la presencia de guardas, desde al menos 1809, en el Monte Pinsapar, propiedad del Ayuntamiento de Ronda, la actividad ilícita del carboneo y el pastoreo, además de las podas ilegales de ramas de pinsapo para tapar los pozos de nieve, llevaron a las masas rondeñas a una situación extrema.

La primera llamada de atención sobre el deplorable estado del pinsapar viene de la mano de Antonio Láynez, ingeniero de montes al servicio de la Corona, el cual realiza un concienzudo trabajo para la ordenación y aprovechamiento de los pinsapares rondeños. Por aquellos años, hablamos de 1858, el Ayuntamiento de Ronda pasa por una mala circunstancia económica que le conduce a rentabilizar todos los recursos posibles de sus montes; de ahí la solicitud a la reina Isabel II para autorizar la venta de árboles secos y leñas. El estudio deja entrever la pésima situación del pinsapar: sin regeneración alguna, contabilizándose 26.000 ejemplares, la mayoría de ellos muy viejos.

Máximo Laguna, ingeniero de montes y quizás el mejor botánico español de todos los tiempos, en su obra cumbre, Flora Forestal Española, publicada en 1867, ya apunta sobre las posibilidades de regeneración del pinsapar si se deslinda, amojona y vigila seriamente; pero sobre todo, si el Estado se decide a adquirirlo. De estas aseveraciones, deducimos la manifiesta dejadez del Consistorio rondeño sobre este monte municipal.


Relatos más puntuales y cercanos en el tiempo y en el espacio nos dan pistas sobre los derroteros del pinsapar, cuya madera es usada en las barreras de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Ronda (1779-1785), en los andamiajes para la construcción del Puente Nuevo de Ronda (1759-1793), o en las traviesas de la línea férrea Algeciras-Bobadilla (1890). No se entiende pues ese dicho famoso que dice: Eres más malo que la madera de pinsapo.
También se talan pinsapos hasta fechas recientes para obtener vigas usadas en la construcción de casas y cortijos, para el uso de las ramas en forma de cruz en las procesiones de la Semana Santa de Estepona, como adorno en algunas fiestas de pueblos del Alto Genal o como árbol de Navidad en ciudades como Ronda, cuyo Ayuntamiento colocaba cada año un pinsapo de gran tamaño en la plaza del Teniente Arce. Precisamente, a D. Julián de Zulueta, científico de reconocido prestigio y ex alcalde de Ronda, debemos el que se acabara con dicha tradición, más propia de países septentrionales. Si sumamos las incidencias de actividades como el carboneo, el pastoreo intensivo o la minería, no es difícil hacerse una idea de la situación de los pinsapares rondeños a principios del XIX.

Las voces que claman por la reversión de los pinsapares son cada vez mayores y se suceden entre mediados de los siglos XIX y XX. Científicos de la talla de Barbey, Ceballos, Vicioso, Martín Bolaños, Roger Ducamp, Gross, etc manifiestan en sus publicaciones la necesidad de proteger las masas de pinsapar. En el año 1914, el ingeniero de montes Eladio Caro realiza un inventario de la riqueza forestal del pinsapar rondeño y reivindica la catalogación del mismo como Monumento Nacional. En la revista Peñalara del año 1927, órgano de expresión de la Real Sociedad Española de Alpinismo, un tal J. Díaz Duque firma un artículo titulado Por la Serranía de Ronda, en el que solicita la declaración de la Sierra de Tolox como Parque Nacional. José Cuatrecasas edita en 1930, en el Butlletí de la Institució Catalana d´Historia Natural, 2ª serie, el apartado Una visita al pinsapar de Sierra de la Nieve, donde dice literalmente: Hace ya tiempo que una sociedad y elementos culturales de Málaga se interesan porque el pinsapar sea declarado Parque Nacional.

Ante tal avalancha de peticiones de protección sucedidas en el tiempo, no es de extrañar que las autoridades rondeñas tomaran alguna iniciativa al respecto. Gracias al hallazgo por parte de Clotilde Mozo, la eficiente archivera municipal, de cuatro documentos del año 1934, sabemos del interés de nuestro Ayuntamiento por proteger el Pinsapar de la Sierra de las Nieves bajo la figura de Sitio Natural de Interés Nacional. Resumidamente, esto es lo que podemos leer en dichos legajos:

1º Comisaria Parques Nacionales: Acuse de recibo, de fecha 21 de enero de 1934, enviado por D. Manuel Montero, secretario asesor de la Comisaría de Parques Nacionales al ayuntamiento de Ronda donde se expresa la gratitud del director general de Montes, Pesca y Caza por las facilidades prestadas por nuestro Ayuntamiento para la declaración del Pinsapar de la Sierra de las Nieves con Sitio Natural de Interés Nacional. Del documento se desprende que el acuerdo municipal para instar a esta declaración, se produjo el 12 de enero de 1934.

2º y 3º Comisaria Parques Nacionales: Los agradecimientos, fechados el 27 de diciembre de 1934, del director general de Montes, Pesca y Caza, y del secretario asesor de la Comisaría de Parques Nacionales al alcalde de Ronda por la hospitalidad recibida en la visita oficial al Pinsapar de la Sierra de las Nieves.




4º- Comisaria Parques Nacionales: Carta de agradecimiento de D. Pablo Homs, presidente del Sindicato de Iniciativas, tras recibir por parte del alcalde de la ciudad, D. Antonio A Salcedo Berlanga, unas fotografías de la visita al Pinsapar de Ronda con miembros de la Comisaría de Parques Nacionales.

Todo parece indicar que la irrupción de la Guerra Civil dio al traste, tanto con esta interesante iniciativa municipal como con el ambicioso proyecto del Gobierno de la II República (1936), que pretendía la ordenación forestal de la Sierra de las Nieves, contemplando la construcción de senderos, caminos y casas forestales; la restauración hidrológica de las cuencas y la repoblación del monte con diferentes especies, entre ellas el pinsapo.

En el año 1945, el Estado adquiere por una cantidad superior a diez millones de pesetas el Monte Pinsapar de la Sierra de las Nieves, hasta entonces de los Propios de Ronda. Lo cierto es que más que una compra, se trató de condonar una enorme deuda contraída por el Consistorio rondeño. Este momento marcará un importante punto de inflexión en el devenir de los bosques de pinsapos, pues se acentúan las medidas protectoras sobre el bosque y se lleva a cabo una ordenación más seria del monte. En 1948, los pinsapares rondeños se encuadran dentro del Coto Nacional de Caza de la Serranía de ronda, reconvertida en 1972 en Reserva Nacional de Caza de la Serranía de Ronda, que posteriormente, en 2003 pasara a llamarse Reserva Andaluza de Caza de la Serranía de Ronda. Pero el momento histórico que viene a satisfacer las demandas proteccionistas de tantas generaciones, se produce en julio de 1989, cuando la Sierra de las Nieves es declarada por la Junta de Andalucía: Parque Natural. Los reconocimientos se van sucediendo y en 1995 es la UNESCO, a través del Comité Mab sobre el Hombre y la Biosfera, quien catapulta al territorio de la Sierra de las Nieves y por ende, a los pinsapares rondeños como Reserva Mundial de la Biosfera, incluida a su vez en la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo (2006).



En 2012, junto a otros representantes municipales del entorno de la Sierra de las Nieves, fuimos invitados a una reunión informativa, celebrada en el camping municipal de Parauta, donde el director conservador del Parque Natural Sierra de las Nieves, D. Rafael Haro, nos dio a conocer la intención de la Junta Rectora de este espacio protegido, de iniciar los trámites para declarar a la Sierra de las Nieves como Parque Nacional, reconociendo de esta manera la gran relevancia ecológica de nuestro territorio y especialmente, la de los pinsapares rondeños. La historia continúa…

Rafael Flores Domínguez
Delegado Municipal de Medio Ambiente y Montes

Excmo. Ayuntamiento de Ronda

martes, 21 de diciembre de 2010

LA PRÁCTICA SENDERISTA EN LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE ANDALUCÍA

LA PRÁCTICA SENDERISTA EN LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE ANDALUCÍA

Rafael Flores Domínguez
Rondeño con vocación de serrano

Resumen de la ponencia presentada en las IV Jornadas Andaluzas de Senderismo: Senderismo y Espacios Naturales, llevada a cabo el sábado 11 de diciembre de 2010 en la ciudad de Atarfe (Granada), organizadas por el Club Senderos de Andalucía, de dicha localidad

A modo de presentación

La práctica del senderismo es una actividad sana y beneficiosa para el cuerpo humano, es la mejor de manera de romper con el ajetreo diario, con la prisas y con el estrés, es la mejor manera de imbuirnos en los paisajes y paisanajes de la infancia, de entroncar con nuestras raíces y ancestros, es la mejor manera de sentir sensaciones que nos ligan a la Naturaleza, a la Tierra y al Cosmos, de las que, a veces, olvidamos que somos parte…

Un brevísimo y somero repaso sobre el movimiento senderista en Andalucía y la creación de la Red de Espacios Naturales Protegidos.

Durante estos últimos 30 años, los andaluces hemos sido testigos de una acelerada transformación de nuestros patrones políticos, sociales, culturales. De una sociedad cuasi feudal, sumamente agraria y poco instruida, gracias a la llegada de la Democracia, al Estatuto de Autonomía y sobre todo a nuestra integración en Europa, hemos girado a un modelo de sociedad urbana, ávida por tanto de experiencias ociosas y una de ellas es la que nos trae: EL SENDERISMO.

En torno al senderismo en Andalucía, hay que saber que con el paso del tiempo y bajo la influencia de los clubes pioneros de nuestra Comunidad, pero sobre todo de los implantados en algunas regiones con tradición montañera como Cataluña, Vascongadas y Madrid, aquellos primeros grupos de amigos sienten la necesidad de congregarse y compartir experiencias bajo el paraguas de un ente que auspicie y fomente nuestra actividad, que defienda los intereses comunes del colectivo y que abra puertas a nuevas formas de vivir, sentir y amar la montaña. El boom en los últimos años, con la fundación de numerosos clubes por toda nuestra geografía y con la implantación de Programas de Senderismo en numerosos municipios, es más que manifiesto.

A la par que se afianza la práctica senderista en la sociedad andaluza, la administración autonómica toma conciencia de la importancia de nuestro patrimonio natural con la instauración de la (RENPA) Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (Ley 2/89 de 18 julio, por la que se aprueba el Inventario de Espacios Naturales de Andalucía). Desde entonces, siendo la Red nuestra principal cancha de juego, se crean diversas infraestructuras como senderos de uso público, áreas recreativas, zonas de acampada libre autorizada, miradores, puntos de información, centro de visitantes, ecomuseos, etc que vienen a satisfacer las necesidades básicas.

Según algunos observatorios turísticos, el senderismo se ha convertido en estos últimos tiempos en una de las actividades más solícitas en los Espacios Naturales Andaluces y en algunos casos, como en los parques naturales Sierra de Grazalema, Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, y Aracena y Picos de Aroche por citar algunos, también en la más rentable.
Asistimos pues a un recurso emergente y dinamizador, que no sólo promueve la creación de empleo en las comarcas interiores de Andalucía (alojamientos rurales, restaurantes, industria artesana y agroalimentaria, empresas de turismo activo…), igualmente ayuda a estabilizar una demografía rural demoledoramente negativa en los 50 últimos años.
También en este sentido hay que reconocer que gracias al senderismo, la industria textil y de material de montaña ha encontrado un importante filón que satisface a la creciente demanda de los practicantes, pero mucho más a las multinacionales que engrosan con pingües beneficios sus cuentas corrientes.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que los senderistas andaluces han pasado de la simple práctica ociosa o deportiva, a ser los mejores conocedores de nuestro territorio, no sólo por patear los rincones más bellos e inhóspitos de Andalucía, también porque la práctica senderista se combina con la visitas a pueblos y ciudades. Igualmente, los senderistas somos la mejor fuente de sabiduría, ya que estamos en contacto con las personas mayores, las que nos trasmiten de manera oral todo el saber y acervo de una cultura que languidece por culpa del desarrollismo desaforado. Muchos senderistas han derivado en estupendos fotógrafos de la Naturaleza, en expertos micólogos, botánicos, geólogos, etc, por ello somos un puente de contacto directo de gran interés, tanto para las administraciones públicas, como los entes culturales y docentes de nuestra Comunidad.

Como en el arte flamenco, el colectivo senderista ha derivado en varios palos que podríamos resumir, a groso modo, en tres grupos:

Senderistas eventuales

En este grupo incluimos a aquellos turistas, que sin practicar asiduamente el senderismo, visitan eventualmente algún espacio natural, realizando los senderos de uso público más cómodos o conocidos.

Senderistas asociados a un club

Son habituales visitantes de nuestros espacios naturales protegidos, conocen bien los lugares que van a visitar, utilizan otros senderos no adscritos a la Red y planifican sus rutas haciendo uso de la información que les presta el club, la experiencia de otros compañeros, los foros montañeros y las páginas Web donde confluyen aquellos senderistas que comparten los tracks y waypoints recogidos en el GPS.

Montañeros

Son aquellos senderistas que han dado el “salto” y realizan actividades en la alta montaña. Tienen ciertos conocimientos y experiencia en técnicas alpinas, nivología, climatología, orientación, etc. Utilizan un material específico para la consecución de sus actividades: piolet, crampones, arnés, cuerdas, etc. Suelen participar en competiciones deportivas: carreras de montaña, escalada, barranquismo, esquí, etc.

¿CUALES SON LOS PROS Y CONTRAS, EN MI HUMILDE OPINIÓN, SOBRE LA PRÁCTICA DEL SENDERISMO EN LOS ESPACIOS NATURALES DE ANDALUCÍA?

Los Pros

  • La creación de una densa red de senderos de uso público en los Parques Naturales.
  • Las creación de infraestructuras básicas: puntos de información, áreas recreativas…
  • La Zonificación de los Espacios Protegidos.
  • La participación activa de los representantes de los clubes montañeros en las Juntas Rectoras de los Espacios Naturales Protegidos.

Los contras

  • La carencia de senderos de uso público en los Espacios Naturales Protegidos que no son Parques Naturales.
  • Diseños de senderos poco atractivos.
  • Muchos senderos son difíciles de localizar.
  • La carencia de una red de albergues y refugios de media montaña.
  • La falta de agilidad en la concesión de permisos en las zonas de reserva.
  • La discordancia en la señalética con otros organismos.
  • La ineficacia de algunos Centros de Visitantes y Puntos de Información.
  • La carencia de recursos humanos y económicos para una buena gestión de los Espacios Naturales.

OTRAS APORTACIONES PARA LA MEJORA Y VARIEDAD EN LA PRÁCTICA DEL SENDERISMO EN LOS ESPACIOS NATURALES

  • Políticas más agresivas impulsadas por los clubes y canalizadas desde la FAM para la defensa de los caminos públicos de Andalucía.
  • Continuidad en la implantación en Andalucía de una tupida red de senderos homologados: Senderos Locales, Pequeños Recorridos y sobre todo Grandes Recorridos.
  • Realizar un seguimiento continuo para la conservación y mejora de la red de senderos homologados.
  • Esgrimir nuevos esfuerzos para la unificación y homologación de todos los senderos.
  • Campañas desde los clubes y la FAM, para concienciar a los senderistas de que hay que consumir en los municipios.
  • Completar el calendario de salidas de nuestros clubes durante todo el año, incluso en verano, con la implantación de los senderos de agua, rutas matutinas y vespertinas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

RONDA ICONO DEL PAISAJE Y PAISANAJE ANDALUZ A TRAVÉS DE LOS CAMINOS

Rafael Flores Domínguez

Rondeño con vocación de serrano

Que Ronda y su Serranía son iconos del paisaje y paisanaje andaluz, nadie lo duda; tampoco es incierto que la mejor manera de conocer un territorio y sus esencias es inmiscuyéndose a través de las sendas, trochas, veredas y caminos que lo surcan. Precisamente, lo que pretende este humilde artículo, es revalorizar nuestras vías de comunicación (las de la Serranía de Ronda) como elementos patrimoniales de primerísimo orden y lanzar un pequeño toque de atención para que su protección, conservación, estudio y divulgación asegure su perpetuación y puedan ser legados a las generaciones venideras como testigos vivos, no sólo de las historias y leyendas que han encumbrado a Ronda y la Serranía a la categoría de tierra mítica, también como vínculos con los extraordinarios ecosistemas de nuestro entorno, algunos exclusivos del planeta Tierra, caso de los famosos pinsapares de Ronda, Yunquera, Tolox, Parauta, Grazalema y Genalguacil, de las insólitas sierras bermejas con sus numerosos endemismos botánicos, de los peculiares bosques de laurisilva asociados a los canutos ubicados en los alcornocales de Cortes de la Frontera, de los riscales de Júzcar y Cartajima con sus caprichosas e inverosímiles formaciones kársticas y como no, del propio Tajo de Ronda, símbolo universal de la Ciudad Soñada de Rilke.

De la extraordinaria biodiversidad serrana ya daban cuenta hace unos 27.000 años los primeros pobladores cavernícolas, legándonos unas extraordinarias pinturas rupestres, caso de la cueva de la Pileta, donde se manifiestan escenas de caza en un entorno sublime, y la variedad faunística existente: ciervos, cabras, bisontes europeos, caballos, peces, serpientes, etc. El periodo Neolítico supuso toda una revolución social. Tras un largo proceso evolutivo se imponen los incipientes sistemas productivos: agricultura y ganadería. El hombre se hace sedentario y las distintas tribus se aglutinan en diferentes asentamientos distribuidos por toda la comarca rondeña.

Será justamente en este periodo y ante la necesidad de establecer vínculos sociales, económicos y sobre todo afectivos, cuando se perfilan los primeros caminos, trochas y veredas, que debemos considerar de ahora en adelante, como el mejor banco de datos de nuestro devenir histórico.

Entre los siglos XI y VI a.c., Tartessos, el primer Estado organizado como tal de Occidente, arraigado en el ámbito más próximo al tramo bajo del río Guadalquivir, extendía por el este su área de influencia hasta la actual Serranía de Ronda; pero serán griegos, fenicios y sobre todo romanos, conocedores de los enormes recursos agrícolas, ganaderos, forestales y mineros de nuestros macizos montañosos, quienes desarrollen una extensa red de caminos, articulados bajo el eje central de las famosas calzadas romanas; entre ellas, la que conectaba Malaca (Málaga) con Arunda (Ronda) y Acinipo. Pero a buen seguro, la más trascendental, tanto por ser el nexo vertebrador de la comarca, como por acaparar en su rededor la mayor concentración de hitos arqueológicos, históricos y culturales, es la Vía Carteia (Gibraltar), Lacipo, Arunda (Ronda), Acinipo, con dos ramales que aprovechaban los pasillos naturales de los ríos Guadiaro y Genal.

En el largo y fructífero periodo de al Ándalus (711-1492) se fundan la mayoría de los pueblos que integran la Serranía de Ronda. También al legado andalusí debemos el definitivo afianzamiento y expansión de las antiguas y nuevas redes de caminos.

Tras esta exigua introducción a los orígenes de nuestros viales de comunicación, damos un salto en el tiempo y nos centramos en el siglo XIX. Acabada la Guerra de la Independencia (1808-1814), en Andalucía, y sobremanera en la Serranía de Ronda, se acentúa un lamentable proceso de decadencia, ya arrastrado desde la pérdida de la plaza de Gibraltar en 1704. Irremisiblemente nos vemos abocados a la pobreza y a un buen número de conflictos sociales que dan pie a la proliferación del bandolerismo y a la aparición del contrabandismo auspiciado por la colonia inglesa.

Desde este momento, los atónitos viajeros románticos (así era llamado el colectivo de ciudadanos pertenecientes a las más floridas e importantes familias europeas, principalmente británicos y centroeuropeos), se aventuran durante unos años y como parte de un proceso formativo, a recorrer Europa en el llamado Grand Tour.

Asistimos pues, a una revolución en la manera de ocupar el ocio y el asueto, al preludio de una actividad vinculada al deseo de descubrir y conocer otros pueblos, otras culturas y otros paisajes; al nacimiento e instauración de una de las primeras industrias a nivel mundial: El Turismo, concurriendo la Serranía de Ronda en sus albores, como uno de los escenarios destacados.

Los viajeros románticos hallaron en nuestro país el marco ideal para vivir una experiencia única, ligada al último reducto indómito de una Europa abocada al raciocinio y a la Era Industrial. Por suerte o no, de aquella apasionante época restan ciertos tópicos muy distorsionados o sobredimensionados, de los cuales no me queda más remedio reconocer, juegan un papel evocador que cautiva a propios y extraños.

Una de las vías de penetración hacia la sugestiva Ciudad Soñada era el conocido Camino Inglés, tortuosa y peligrosa travesía entre Gibraltar y Ronda, con parada y fonda a medio camino en Gaucín. Durante años, un buen número de militares británicos afincados en Gibraltar, formados en diferentes conocimientos, sintieron una enorme curiosidad por conocer Ronda (la ciudad enriscada en lo alto de una enorme peña horadada por el río Guadalevín y habitada por exóticos personajes), o por descubrir lugares tan pintorescos como la cueva del Gato, Las Buitreras o el Valle del Genal. La mayoría, por no decir todos, mostraron gran fascinación por las ferias, las corridas de toros, el cante, el folclore y ciertas tradiciones como la celebración de la Semana Santa.

Entre los viajeros más trascendentes a la hora de plasmar en sus escritos la realidad social, política y cultural de Ronda y la Serranía, citamos a eruditos de la talla de Rochfort Scott, Washington Irving o Richard Ford; aunque otros (vistos por la población autóctona como “gente rara”) nos visitaban por el interés naturalístico de nuestras montañas, ejemplos: Abel Chapman o Moritz Willkomm, siendo el más emblemático el botánico suizo Boissier, descubridor del pinsapo como nueva especie.

También recorrieron los senderos más inhóspitos e inaccesibles con el fin de estudiar la flora, fauna y geología de la Serranía, renombrados investigadores como Láynez, Simón de Rojas (el primero en reconocer al pinsapo, aunque no pudo publicar sus estudios debido a las revueltas antiliberales de la época de Fernando VII), Ceballos, Bolaños, Ducamp, Barbey (nieto de Boissier), Haenseler, Prolongo, Laguna, Macpherson, Domingo de Orueta padre e hijo y así una larga lista hasta entroncar con un coetáneo nuestro: Julian de Zulueta, recientemente elegido Premio Nacional de Medio Ambiente.

Llegados a este punto, hay que agradecer al consistorio, el satisfacer la demanda de algunos colectivos rondeños, rotulando diversos paseos de la Alameda del Tajo con los nombres de varios de estos insignes científicos.

Pero si hay un colectivo crucial en la definición y uso de los caminos serranos, ese es el que engloba a los arrieros. Ronda, en el siglo XIX, es la indiscutible capital comercial y de servicios de una extensa comarca que abarca a municipios de las provincias de Málaga, Cádiz y Sevilla. Cientos de arrieros con sus reatas de mulas cargadas con los más dispares productos (maderas, piñas, corchas, aceite, leche, esparto, palmito, almendras, higos, castañas, peros, vinos, verduras, frutas, quesos, cal, pescados, aguardientes…) llegan diariamente a la ciudad para abastecer los mercados. Por doquier proliferan las posadas y tiendas de toda índole y en los caminos toman protagonismo las ventas y ventorros, convertidos en mentideros de los aconteceres diarios y en improvisados escenarios donde se fraguan y modelan algunos de los cantes más señeros de esa expresión artística tan sui generis de Andalucía: El Flamenco.

Se dice que algunas zonas de la Serranía, como el angosto Valle del Genal, no conocen la rueda aplicada a un vehículo hasta el siglo XIX, y no de extrañar, con unas comunicaciones tan precarias y deficientes enmarcadas en un medio geográfico accidentado, no es raro que el oficio de arriero mantuviera ocupado a un alto porcentaje de la población.

Muchos de estos serranos, sumidos en la más absoluta de las pobrezas y seducidos por las ganancias que proporciona el contrabando con Gibraltar (telas, azúcar, tabaco y café básicamente), se dedicarán profesionalmente a tal menester o lo harán esporádicamente cuando el hambre aprieta. El enorme perjuicio económico que supone este comercio ilegal para las arcas del Estado, provoca un aumento de los controles policiales, lo que agudiza el ingenio de los contrabandistas que no dudan en jugarse la piel atajando por las trochas más alejadas y peligrosas. Este y otros desordenes desencadenados por los asaltadores de caminos, conocidos como bandoleros, tendrán una rápida respuesta con la creación en 1844 del Cuerpo de la Guardia Civil, también conocida como Benemérita.

Y que contar de las diferentes ferias de Ronda: la Real Feria de Mayo, instaurada en tiempos de los Reyes Católicos, por eso tiene el privilegio de ser la más antigua de Andalucía; la de Septiembre, dedicada desde 1954 al torero rondeño Pedro Romero y la de San Francisco, en el mes de octubre, tradicionalmente ligada a las transacciones de ganados porcino y equino. Ciñéndonos al primer y largo periodo que se extiende desde sus fundaciones hasta mediados del siglo XX, hay que saber que las ferias rondeñas fueron foco de atracción para miles de ganaderos y tratantes venidos de los más apartados rincones de nuestra Comunidad y del resto de España. En aquellos tiempos las vías pecuarias de la Serranía: Veredas, Coladas, Cordeles, Cañadas Reales, Abrevaderos, Contaderos y Descansaderos eran transitadas por un hervidero de pastores y ganados trashumantes (cerdos, caballos, burros, cabras, ovejas, vacas…), en un ir y venir por los campos y tierras de la Andalucía profunda. Desgraciadamente, este modus vivendi y la cultura asociada al orbe pecuario, languidece y desdichadamente, acabará por fenecer.

Mientras tanto y a pesar del secular aislamiento de la Serranía, la Ciudad del Tajo no para de crecer y embellecerse con notables y significativos edificios, más propios de ciudades mayores. El comercio rondeño, gracias a los formidables recursos agrícolas, ganaderos y forestales de la comarca, vive tiempos de prosperidad y esa circunstancia favorece el establecimiento de una burguesía adinerada.

Debido a estas y otras circunstancias, Ronda, nuestra hermosa y reluciente ciudad, tradicionalmente ensimismada en sus banalidades, mantiene desde entonces una ancestral deuda de gratitud y reconocimiento con la Serranía. No podemos olvidar que gracias al esfuerzo y tesón de nuestros paisanos, la Ciudad Soñada mantiene en las gráficas comparativas una diferencia abismal a su favor; sólo hay que echar un vistazo a los índices demográficos, demoledoramente descompensados. Es hora de remediar tal anacronismo y de reconocer lo mucho que le debemos a nuestros paisanos. Imaginaos al entrar en Ronda por el barrio de San Francisco, vislumbrar en la rotonda situada frente a las murallas y el pilar, una escultura alegórica al arriero. Estaríamos reproduciendo una imagen mil veces vivida y recordando a todos los serranos, que Ronda tiene memoria histórica, que desea reconciliarse con la Serranía y que aspira a ganarse el cariño de todos los habitantes de los encantadores pueblos que nos rodean. No sería un mal comienzo.

Inmersos en pleno siglo XXI, podemos decir que ya nada es como antes. La implantación de las nuevas carreteras, la aparición de los vehículos a motor, la llegada del tren y la mejora generalizada en las comunicaciones, han provocado el desuso en un buen número de caminos históricos. Por desgracia, o no, ni Ronda, ni la Serranía quedaron contemplados en los principales trazados y circuitos viarios de España, fruto ya se sabe, de su aislamiento y de cierto abandono institucional. Por el contrario, si que puede presumir de una de las mejores redes de senderos de España y sin menoscabar a otras comarcas, de la red más completa de Andalucía.

La calidad natural y paisajística de Ronda y la Serranía es más que patente y queda refrendada con la presencia en su territorio de tres parques naturales (Los Alcornocales, Sierra de Grazalema y Sierra de las Nieves), dos parajes naturales (Los Reales de Sierra Bermeja y Sierra Crestellina), así como dos monumentos naturales (Pinsapo de las Escaleretas y Cañón de las Buitreras). Sumémosle igualmente el Valle del Genal, paradigma que aglutina lo más sobresaliente del conjunto de estos parajes. Entonces categóricamente aseveramos que ninguna otra comarca andaluza osará presumir de tal condición.

Para conocer los valores naturales y etnográficos de estos espacios protegidos, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía pone a disposición de la ciudadanía los llamados Senderos de Uso Público (50 en total), perfectamente señalizados e interpretados en todos los itinerarios.

El territorio de la Serranía se encuentra a su vez vertebrado por los caminos balizados que unen las poblaciones más cercanas entre si y éstas con los parajes emblemáticos. Estos viales se llaman PR-A (Pequeños Recorridos-Andaluces, distintivo blanco y amarillo). En nuestra comarca suman 54 propuestas.

Las siglas SL-A, corresponden con los Senderos Locales-Andaluces (distintivo blanco y verde) y tienen por misión dar a conocer, en un corto trayecto, lugares de interés próximos a una población. Conforman 13 rutas repartidas de la siguiente manera: 7 en Ronda, 5 en Grazalema y 1 en Cortés de la Frontera.

Si hiciéramos una analogía entre senderos y carreteras, los PR-A corresponderían con las carreteras nacionales y autonómicas y los SL-A con las carreteras comarcales y locales.

Siguiendo con el símil: ¿Y las autopistas del senderismo, existen en la Serranía? Ya lo creo que si, y son nada más y nada menos que 3, una de ellas de carácter internacional. Los denominados Grandes Recorridos (GR, distintivo blanco y rojo y letra E cuando es internacional) interconectan diferentes comarcas, regiones incluso países. Ronda tiene el privilegio de ver nacer el GR-243 Sierra de las Nieves, que une en 8 jornadas los pueblos de la Sierra de las Nieves. El GR-7 E-4 Tarifa-Atenas, pasa por Ronda y discurre durante 9 días por tierras serranas. Las rutas señalizadas adscritas a la comarca administrativa son gestionadas por organismos como el Grupo de Desarrollo Rural de la Serranía de Ronda y la Empresa Municipal de Turismo de Ronda.

Las Puertas Verdes por su parte, pretenden vincular las urbes andaluzas de más de 50.000 habitantes, con entornos rurales y naturales donde prime la calidad medioambiental. En el caso que nos ocupa y aprovechando la red de vías pecuarias deslindadas, entre ellas el Cordel de los Pescadores, hace escasas fechas se inauguró la Puerta Verde Marbella-Ronda, con un recorrido de 42,6 km.

Este artículo finaliza con un sincero reconocimiento a todos esos colectivos y grupos humanos que han forjado durante siglos los caminos de la Serranía, que han modelado con su impronta un paisaje y paisanaje únicos en el mundo, que han marcado con sus acciones, buenas o malas, el devenir histórico de la comarca. A ellos: arrieros y contrabandistas; monfíes, bandoleros, maquis y guardias civiles; cosarias, matuteras y diteros; cazadores y guardas; pastores, caleros, corcheros, neveros y carboneros; viajeros en general y especialmente a los senderistas. A todos, entendiéndolos a cada uno en su contexto, muchas gracias.

La leyenda del camino continúa.... Ronda, Alma de Andalucía

lunes, 7 de junio de 2010

EL CAMINO

EL CAMINO
Rafael Flores Domínguez - Rondeño con vocación de serrano

Ahora que estamos en mayo, el que llaman mes de las flores, es tiempo propicio para disfrutar de los coloridos paisajes andaluces, en compañía de amigos, familiares o en total soledad y recogimiento. Seguro que cada uno de nosotros encuentra una motivación bien distinta para hacer algo tan ancestral, sano y natural como andar.

Hace unos días me hallaba por tierras del Entorno de Doñana recopilando datos y realizando fotos para un futuro libro de los Espacios Naturales Protegidos de la provincia de Sevilla, proyecto enmarcado en una nueva colección de guías de senderismo de la fecunda Editorial La Serranía. Mi sorpresa fue mayúscula cuando divisé a lo lejos, bajo la sombra de un vetusto acebuche, en la Cañada Real de Los Isleños, a mis amigos Rafael Lesmes y Aurelio Ortega: dos grandes aventureros, dos excelentes personas, dos inquietos andarines; sin duda, dignos herederos del espíritu soñador de los viajeros románticos que durante los siglos XVIII y XIX recorrieron la exótica Serranía de Ronda.
Tras el feliz encuentro y las preguntas de rigor: Por mi parte: ¿Mira, que hacéis vosotros por aquí? Por la de ellos: ¿Pero si es el Flores?, me cuentan con todo lujo de detalles los pormenores vividos en esta nueva historia, que les trae de Ronda al Rocio en tan sólo seis duras jornadas divididas en los 250 km que median entre la Ciudad Soñada y la aldea almonteña.


Mucho, muchísimo podríamos relatar de estos dos insignes personajes; de sus participaciones en la prueba de los 101 Km de La Legión, o en carreras competitivas bajo las siglas del club Km 1; pero venidos al caso, quisiera recordar aquella hazaña llevada a cabo por Rafael y Aurelio, cuando partieron de Ronda un 3 de septiembre de 2007 y tras completar 1.200 km a pie, llegaron un 6 de octubre a la capital gallega e icono de la cristiandad: Santiago de Compostela. Toda una proeza para estos dos jóvenes jubilados que les llevó a cubrir una media de 35,3 km al día, atravesando Andalucía en 7 días, Extremadura en 9, Castilla y León en 11 y Galicia en 7. A pesar de los pesares, cuando les preguntas por estas y otras gestas, siempre demuestran una gran humildad; una pauta más y signo inequivo de la grandeza y calidad humana de Rafael y Aurelio. No han hecho más que acabar esta travesía, cuando ya se han fijado una nueva meta: realizar el Camino de Santiago desde Roncesvalles.

Por todo esto y mucho más, en el verano de 2008, la Asociación Senderista Pasos Largos tuvo a bien y por unanimidad de su Junta Directiva, premiar a ambos con el: Bastón Senderista del Año 2008, máxima distinción que otorga desde hace ya 14 años el club montañero rondeño a las personas o instituciones que se han destacado en la defensa y promoción de nuestro entorno natural y sobre todo en el impulso del senderismo.
Tras el grato rato de charla y las consiguientes fotos para el recuerdo, nos fuimos alejando, ellos hacia Villamanrique de la Condesa, penúltima etapa de la travesía, y yo para la laguna de la Dehesa de Abajo, a ver pájaros y buscar senderos. No puedo dejar de esbozar una sonrisa al recordar lo que con ardiente deseo me decía Rafael: ¡nada más llegar al vado del Quema bautizaré a Aurelio como Trueno del Camino y el a mi como Jabato del Camino!

En los próximos días, miles y miles de peregrinos transitarán hacia la aldea del Rocio por esta tierra pródiga, icono de la Naturaleza salvaje europea. Tanto unos como otros y en un mismo escenario buscamos un fin, una quimera, un anhelo, un sentido; pero lo innegable y común a todos, es que no hay otra manera de conseguirlo sino hacemos antes EL CAMINO.